Cada empresa tiene su historia. Y cada alianza tiene que contar con eso. No nos limitamos a juntar números o presentar PowerPoints genéricos. Lo que hacemos es escuchar, preguntar y, sobre todo, cuestionar. ¿Ese socio realmente aporta lo que necesitas? ¿O solo suena bien sobre el papel?
Hemos visto alianzas fracasar por falta de química entre las partes. Por eso dedicamos tiempo a conocer no solo el negocio, sino a las personas que lo dirigen. Sus prioridades, su forma de trabajar, su visión a cinco años. Todo eso influye más de lo que parece cuando llega el momento de firmar un acuerdo.
En 2025 seguimos apostando por este enfoque. Puede que no sea el más rápido, pero sí el más sólido. Y al final, lo que importa es que las alianzas duren y funcionen de verdad.
